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[:es]REPORTAJE ESPECIAL: Humanizar la ciudad [:]

[:es]Por Patricia Simón.
El onceavo Objetivo de Desarrollo Sostenible establece el mandado de crear ciudades y comunidades sostenibles. Y para ello es fundamental implicar a la ciudadanía en la transformación inaplazable que requiere frenar el cambio climático, reducir la desigualdad y fomentar la convivencia en la interculturalidad. Estudiamos los pasos que están dando en este sentido en Tegucigalpa, Madrid, Barcelona y Cádiz.
De nada sirve que las Naciones Unidas marquen una nueva senda ni que las instituciones diseñen políticas públicas dirigidas a seguirla, si entre ellas no incorporan una estrategia para que la ciudadanía haga suyos sus objetivos.
En un mundo donde los grandes desafíos son el cambio climático, la equidad y la convivencia, el papel que deben jugar las urbes –donde ya viven más de la mitad de la población mundial– es tan trascendental que entre los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que la ONU aprobó en 2015 con el horizonte de que se cumpliesen en 2030, cuentan con uno específico. El onceavo, destinado a promover ciudades y comunidades sostenibles. Y para su consecución, se ha desarrollado la Nueva Agenda Urbana, a la que sólo un año después de su aprobación se han sumado centenares de poblaciones que tendrán que crear medidas dirigidas a erradicar la pobreza, impulsar economías sostenibles e inclusivas y garantizar la sostenibilidad del medio ambiente.

Tegucigalpa contra el cambio climático

En una de las ciudades más violentas del mundo, con mayores tasas de pobreza, corrupción y desempleo, hay quienes ven en la lucha contra el cambio climático no sólo una obligación ante el fenómeno que, como lo define la periodista estadounidense y experta en este asunto Naomi Klein, “lo cambia todo”, sino también una oportunidad de crecimiento económico.
Por esa razón, la capital será la primera ciudad hondureña en recibir fondos directamente –sin mediación del gobierno– para implementar un proyecto con este fin. En concreto, diez millones de euros procedentes de la cooperación al desarrollo alemana.
En Tegucigalpa hay más de 500 hectáreas de zonas habitadas “sujetas a una susceptibilidad alta frente a movimientos de ladera, fenómeno que afecta a aproximadamente 112.000 habitantes; por su parte, 1500 hectáreas se clasifican en amenaza alta a inundaciones, lo cual afecta a 82.000 habitantes”, según un estudio de diagnóstico de 2015 de la Iniciativa Ciudades Emergentes y Sostenibles del Banco Interamericano de Desarrollo, encuadrada en el marco de los ODS. De hecho, las consecuencias aún vigentes del huracán Mitch –que acabó y desapareció a más de 13.000 de sus habitantes en 1989 y arrasó con zonas enteras que siguen deshabitadas– es un recordatorio del desafío al que se enfrenta sus 1,2 millones de vecinos y vecinas.
“Hemos logrado grandes resultados en la reducción de la emisión de gases mediante la mejora de las vías”, nos dice Gerardo Flores, ingeniero de la Unidad Municipal de Planificación y Evaluación de la Gestión y, por tanto, del cumplimiento de los ODS de su equipo de gobierno. Será en 2018 cuando repitan el estudio del aire que realizaron en 2014 y sepan así cuál ha sido el impacto real de estas mejoras que integran la intervención Multisectorial Estratégica diseñada por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID): “Obras de infraestructura gris y verde para el saneamiento y control de inundaciones en la cuenca urbana del Río Choluteca, acciones que permitan el desarrollo público-privado del tejido urbano ribereño y de nuevas opciones de vivienda y comercio en el corazón de la ciudad, y la revitalización del patrimonio histórico e intervenciones urbana para la seguridad ciudadana”, según recoge en su plan el BID.
Según nos explica Flores, el equipo de gobierno ya ha superado las cinco primeras fases de este plan (diagnóstico, priorización, plan de acción, pre-inversión y monitoreo). Y sería a partir de 2018 cuando recibirían, supuestamente, los fondos de inversión para poner en marcha proyectos dirigidos a la mejora del acceso al agua potable, al saneamiento público, a la gestión de los residuos sólidos y a la mejora de su casco histórico. Para ello, que incluye planes de sensibilización para que la ciudadanía se forme en hábitos sostenibles, contarían no sólo con el apoyo económico del BID y de la cooperación alemana, sino también de la japonesa.
En cualquier caso, teniendo en cuenta que Honduras ocupaba en 2015 el número 82 del ranking de países por emisiones de CO2, formado por 185 países y en el que se ordenan los países de menos a más contaminantes, hay que subrayar que la producción de contaminación ambiental no es el mayor de los problemas del país centroamericano. Pero sí que puede aumentar así su mercado de venta de bonos de emisión de CO2 a empresas de terceros países que, para cumplir con los Acuerdos de París contra el Cambio Climático, compran derechos de emisión a países empobrecidos.

Barcelona, desterrar rumores para favorecer una convivencia real

“Nos están invadiendo”, “Copan las ayudas sociales”, “No pagan impuesto”, “Reciben ayudas para abrir comercios y no los inspeccionan”, “Abusan de lo servicios sanitarios y colapsan las urgencias”, “Estamos perdiendo la identidad”, “No conocen las normas, son incívicos”, “Viven apiñados y bajan el nivel de los pisos”.
Estos son algunos de los rumores más recurrentes que la Estrategia BCN Antirumores identificó cuando echó a andar en 2010, como parte del Plan BCN Interculturalidad, dirigido a entender y abordar la convivencia en la diversidad sociocultural. Según la mitad de las mil personas entrevistadas en el proceso participativo, el desconocimiento del otro/a y los consecuentes  rumores, estereotipos y prejuicios, son el principal impedimento para la cohesión y el entendimiento.
Esa Estrategia BCN Antirumores contempla tareas de sensibilización, formación y participación. Como parte de esta tercera pata, se crea la Xarxa BCN Antirumores, que ha adquirido tal peso que se ha convertido en la rama más conocida de todo el Plan BCN Interculturalidad y en un modelo a replicar en ciudades como Sabadell, Getxo, Fuenlabrada y en la isla de Tenerife.
La Xarxa es una red (como su nombre indica en catalán) de la que participan asociaciones, entidades, personas, programas, servicios municipales y el Ayuntamiento de Barcelona  con el objetivo de acabar con estos prejuicios que dificultan la convivencia en la ciudad.
David Yubraham Sánchez es técnico de la Estrategia BCN Antirumores, es decir, el referente que el consistorio pone a disposición de la Xarxa para que actúe como puente entre las comisiones y grupos de trabajo de la misma. “El trabajo que se hace es de prevención y para ello buscamos despertar el pensamiento crítico de las personas. Tenemos distintas líneas de trabajo. El grupo de comunicación se encarga de hacer seguimiento y monitorización de cómo se aborda la diversidad en los medios de comunicación. Estamos preparando una campaña para explicar qué es un rumor y cómo desmontarlo a través de las redes sociales. El grupo de territorios lleva este trabajo a los barrios donde, por ejemplo, aprovechamos las festividades para hacer acciones que inviten a reflexionar sobre los estereotipos y prejuicios. El grupo de formación propone actividades instructivas a los integrantes de la Xarxa para ampliar y actualizar su formación como agentes antirumores….”, nos expone.
La Xarxa es un ente vivo que dependiendo de las áreas de trabajo, sus integrantes, el momento y el área de la ciudad desarrolla unas u otras estrategias.
Xarxa-Antirumores-1000x990px-FINAL (ESP Baixa)
“A veces los datos no son suficientes para desmontar rumores. Es como cuando hablas de violencia de género, que pese a contar con los datos, hay quien te sale con que conoce a una chica que ha denunciado falsamente a su pareja. Por eso, no podemos basar toda la batería de medidas en los datos porque éstos no apelan a lo emocional que conllevan los rumores. Intentamos generar una narrativa alternativa que refuerce la idea de que tenemos una diversidad que hay que poner en valor y de la que todos y todas formamos parte; fortalecer el pensamiento crítico con respecto a lo que se nos dice, a lo que decimos y a cómo puede afectar a las personas; y facilitar la interacción entre las personas”, nos explica Yubraham Sánchez.
Una de las peculiaridades de los rumores es que tienen la capacidad de mutar según el contexto. En este sentido, Yubraham Sánchez recuerda cómo los atentados en las Ramblas de 2017 inflaron los referidos a la población árabe y musulmana. “Por eso, no nos referimos tanto a un rumor concreto como a la capacidad que tiene la gente de discernir qué les están vendiendo y por qué no es cierto. En aquel momento, por ejemplo, la respuesta fue hacer una infografía bajo el hashtag #NoComparteixoRumors (#Nocompartorumores) con la que se interpelaba a la ciudadanía para que pusiera freno y actuara frente a la difusión de informaciones falsas en las redes sociales. Éstas reafirman prejuicios y estereotipos que pueden causar discriminación sobre colectivos y personas concretas. La infografía propone tres pasos (informa, piensa y actúa) a dar sobre los rumores”.
De hecho, parte de los últimos materiales audiovisuales producidos por la Xarxa –disponibles para toda aquella persona o institución que desee utilizarlos– están dirigidos a combatir la islamofobia.

Madrid, diagnosticar la ciudad para cumplir los Objetivos

En las próximas semanas, el Ayuntamiento de la capital española presentará su Estrategia para implementar los Objetivos de Desarrollo Sostenible tras casi un año de investigación y diagnóstico. Una labor que ha sido coordinada por Roberto Sánchez Sánchez, director general de Innovación y promoción de Madrid: “Lo primero fue entender nosotros mismos como Ayuntamiento que la consecución de los ODS es un objetivo político de alto nivel, para el que se implicó incluso la alcaldesa, Manuela Carmena”.
 
Madrid será una de las primeras ciudades en el mundo en contar con una estrategia propia que, además, habrá sido diseñada en un proceso en el que han participado no sólo la administración local, sino también los agentes locales, ONGs, asociaciones de vecinos y vecinas… “La gracia que tienen los ODS es su visión integradora sobre el desarrollo a seguir para la sociedad que queremos en el futuro. Por eso, teníamos que hacer un ejercicio transversal para analizar en qué medida con los distintos planes de gobierno y políticas municipales se conseguiría cumplir con los Objetivos o qué se requeriría para hacerlo”, nos explica Sánchez, quien sabe que para ello es imprescindible implicar a la ciudadanía.
Al contrario de lo que se suele pensar, las urbes ya desarrollan desde hace años políticas que podrían encuadrarse en los ODS, lo importante es conseguir su armonización y complementariedad. Medidas dirigidas a mejorar la calidad del aire, planes de Derechos Humanos o de apoyo a las personas en situación de vulnerabilidad social no son nuevas.
La novedad se daría si se consigue aplicar un marco de políticas públicas con una visión global en los que la ciudadanía se siente interpelada a participar y actuar.
Esa es precisamente la labor que tiene por delante el consistorio de Cádiz. El Consejo Local de Cooperación se reunió el 12 de diciembre de 2017 justamente para formar el grupo de trabajo que tendrá que desarrollar las políticas dirigidas a cumplir con los ODS.
Como bien explica Mª de los Llanos O’Dogherty de la Riva, técnica de cooperación y voluntariado del Ayuntamiento de Cádiz, “desde Asuntos Sociales llevamos a cabo informes de garantía alimentaria de la mano de la Junta de Andalucía, damos servicios de comedor cuando no hay clases en los colegios, estamos intentando introducir cláusulas sociales para que las personas que no tienen acceso al mundo laboral puedan hacerlo a través de proyectos del Ayuntamiento… Pero lo que nos toca hacer ahora es analizar las políticas locales que ya tenemos a través del prisma de los ODS y ver cómo implementarlas para que aseguren su cumplimiento”.
Objetivos a los que llevan décadas enfrentándose, como erradicar la pobreza, el hambre o la desigualdad, pero a los que ahora se suman la necesidad de imponer un nuevo modelo de consumo y producción que frene las nefastas consecuencias para la vida en el planeta que supone el cambio climático.[:]

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