Madrid, 23 de agosto de 2019 (ANCI/La Vanguardia).- La Amazonia, catalogada como una de las siete maravillas naturales del mundo, y que se reparte entre nueve países, de los cuales Brasil y Perú poseen la mayor extensión, seguidos por Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador, Guyana, Francia (Guayana Francesa) y Surinam, lleva más de dos semanas ardiendo.
La extensión de la selva (alrededor de 6,7 millones de kilómetros cuadrados, dos veces el tamaño de India) se está reduciendo desde hace años a base de incendios y deforestación producida por la actividad humana que arrasan una zona de vital importancia para el planeta debido a que absorbe millones de toneladas de C02 dado que su suelo y vegetación contienen, aproximadamente, una cuarta parte de todo el carbono del mundo que se almacena en la Tierra.
Esa capacidad de absorción del C02 presente en la atmósfera terrestre sirve para mitigar el impacto cambio climático, pero la selva amazónica también contribuye a la producción de agua dulce y a la conservación de especies, por lo que la reducción de su área no sólo amenaza a las miles de especies de plantas y animales y comunidades indígenas que habitan allí, sino que también tiene consecuencias a nivel mundial.
«A medida que el bosque disminuye, también lo hace su capacidad de servir como depósito de carbono masivo para el mundo», escribe Lucía Juliá en un artículo publicado en La Vanguardia. «La importancia de la selva amazónica también radica en garantizar la estabilidad del clima mundial. Sus bosques tropicales y regiones boscosas (por ejemplo, las sabanas) regulan las lluvias y mantienen el ciclo del agua. Los árboles de la Amazonia intercambian grandes cantidades de agua y energía con la atmósfera. El agua liberada por las plantas asciende hacia la atmósfera mediante la evaporación y transpiración de las plantas y, posteriormente, fluye por el aire a diversas partes de América».
Más de 9.000 incendios activos
Solo en lo que va de año se han producido más de 40.000 incendios en la zona de la Amazonía brasileña, un dato alarmante a todas luces. A día de hoy, más de 9.500 focos activos han devorado ya miles de hectáreas de esta maravilla natural y siguen asediando el bosque tropical más grande del mundo, hogar, según WWF, de al menos el 10 % de la biodiversidad conocida: cohabitan unas 2.500 especies de peces y unas 40.000 especies de plantas.
La cuenca del río Amazonas, que abarca el 40 % de América Latina, proporciona alrededor del 20 % del agua dulce no congelada del planeta y en ella viven unas 34 millones de personas, dos tercios de ellas en ciudades y el resto distribuidas en 420 tribus indígenas.
Causas
Todavía no hay cifras oficiales sobre la cantidad de hectáreas afectadas por los incendios, pero se estima que son miles de hectáreas consumidas por el fuego en los estados brasileños de Rondonia, Mato Grosso y Mato Grosso del Sur, así como en el departamento boliviano de Santa Cruz.
«El Gobierno brasileño atribuye los incendios a una sequía de carácter extraordinario. El presidente, Jair Bolsonaro, ha llegado a culpar de esta catástrofe a las ONG», dice en un artículo RTVE, en el que se añade que «sin embargo, diversas organizaciones científicas, sociales y ecologistas no piensan lo mismo. Consideran que los incendios han sido provocados deliberadamente con el fin de aprovechar las tierras para minería o agricultura extensiva, actividades altamente promovidas por el propio Bolsonaro».
Los incendios en la Amazonia brasileña se han disparado desde principios de año y han coincidido con el incremento de la deforestación asociado a las políticas del nuevo Gobierno de Bolsonaro. Hasta julio, se habían deforestado 2.255 kilómetros cuadrados, un 278 % más que en el mismo periodo del año anterior, según las estimaciones del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) de Brasil.
Según este instituto, que contabiliza los incendios mediante imágenes de satélite, los focos de fuego en todo el país en lo que va de año superan en un 83 % a los del mismo período de 2018.
Su informe precisa que entre el 1 de enero y el 18 de agosto se han registrado 71.497 focos de incendio, de los que un 52,5% se sitúa en la región amazónica. Otro 30,1% se detectó en el Cerrado, la sabana brasileña que rodea la Amazonia, y el 10,9% en el Bosque Atlántico, la región boscosa que bordea la mayor parte del litoral del país.