Madrid, 12 de abril de 2019 (ANCI/Tribuna Complutense).- Este martes se celebró en Madrid la sexta edición del ciclo de conferencias #Encuentros2030 «Del discurso a la política», que en esta ocasión se centró en la necesidad de que las ciudades aborden de manera adecuada los cuidados, entendiéndolos como el reconocimiento en el otro de su dignidad y su diferencia.
Organizado por la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas (UCCI), Encuentros Complutense, la Asociación de Investigación y Especialización sobre Temas Latinoamericanos (AIETI) y el Instituto de Cooperación Internacional y Desarrollo Municipal (INCIDEM), la sexta conferencia del ciclo estuvo dedicada al tema «Ética y ciudades en las agendas globales del desarrollo» y contó con la participación de la catedrática de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) e investigadora del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, María Ángeles Durán, el delegado del área de Gobierno, Seguridad y Emergencias del Ayuntamiento de Madrid, Javier Barbero, y la directora del Departamento de Sociología Aplicada de la UCM, Margarita Barañano.
Los ponentes centraron sus intervenciones en los cuidados y en el papel que, desde su punto de vista, deben o pueden asumir las ciudades en esta materia. Así, mientras María Ángeles Durán cuestionó el grado de influencia real que puede tener la política municipal sobre la vida de la ciudadanía, el representante del consistorio madrileño, Javier Barbero, reconoció que «hay cosas que no son competencia de los Ayuntamientos, pero sí son de su incumbencia, así que sí se puede cambiar la vida de los ciudadanos desde la política municipal».
En opinión de Durán, «mientras no cambiemos nuestra cocepción de la economía, los cuidados nunca tendrán relevancia». La catedrática, recientemente galardonada con el Premio Nacional de Sociología y Ciencia Política, destacó que la evolución demográfica en España está generando un problema para gestionar los cuidados de larga duración que requieren las personas mayores.
Para ilustrar otros desafíos éticos pero también relacionados con los servicios que es capaz de prestar nuestra sociedad, Durán hizo referencia a la acogida a la población migrante y la atención a personas al final de la vida. «Quiero que mi ciudad me garantice el derecho a despedirme», manifestó en referencia al papel que debe tener un consistorio en un tema como la eutanasia.
Por su parte, José Luis Barbero abogó por un «contrato social distinto, el contrato de los cuidados». A su juicio, «no podemos dejar al mercado la responsabilidad de los cuidados». En relación al papel de las ciudades, Barbero destacó el papel de la comunidad para generar apoyos en el seno de la sociedad y subrayó la necesidad de «generar comunidades potentes, suficientemente autogestionadas y capaces de dar apoyo». «Sin comunidad no hay moralidad», apostilló.
Ciudad de los cuidados
Barbero apuntó que la crisis actual de los cuidados está ligada con problemas como los desahucios e incluso con el descuido de las relaciones con la naturaleza. Según él, cuando el equipo de Gobierno actual de Madrid comenzó su mandato se propuso observar «cómo es la vida de los barrios del día a día, no solo para el que la visita y trabaja, sino para el que la vive y convive» e hizo referencia al plan «Madrid ciudad de los cuidados».
El delegado de Gobierno, Seguridad y Emergencia del consistorio madrileño también consideró que la época de la modernidad trajo un pacto social que ha intentado generar «un estado del bienestar, que es la ética de la justicia, buscando lo universal, pero eso ya es insuficiente y hay que complementarlo con una ética del cuidado, donde hay que incluir la responsabilidad, lo particular y lo concreto, el respeto a la diversidad y la relación, más allá de la razón, porque el bienestar de las personas está vinculado a esas relaciones».
Para que eso sea posible, hay que «facilitar condiciones básicas, como buscar alternativas habitacionales, hay que ver cómo nos movemos, cómo protegemos a los más vulnerables, cómo se lucha contra la pobreza energética, cómo se acaba con las exclusiones sanitarias… Además, hay que atender adecuadamente los malestares de la vida cotidiana, lo que tiene que ver con el proceso de duelo, las transiciones en etapas vitales, trabajar la economía de los cuidados…». Es decir, que para que las sociedades se puedan sostener hay que generar comunidades potentes que puedan darse apoyo mutuo dado que, en su opinión, «la comunidad genera vínculos afectivos». Asimismo destacó el papel de la policía comunitaria, «que entiende que proteger es cuidar, fundamentalmente a los más vulnerables».
La ciudad, espacio privilegiado para la vida
La intervención de Margarita Barañano también giró en buena medida en torno a los cuidados. «La ciudad es un espacio fundamental de debate entre la ética de los cuidados y la ética del capitalismo», destacó. Barañano describió la ciudad como «un espacio privilegiado para la vida, la reproducción social, los cuidados… En general, para toda la vida cotidiana de las poblaciones que cada vez se agrupan más en las grandes urbes, donde se da un consumo colectivo, ya que en las ciudades esa vida cotidiana nos convierte en personas integradas, trabajadores y ciudadanos».
La directora del Departamento de Sociología Aplicada de la UCM señaló la importancia de la red de parentesco, porque es en ella en la que recibimos buena parte de los cuidados, bienes y servicios. «Ha habido un importante aumento de las contribuciones de la esfera de lo público a la mejora de todos los derechos, pero hay poca cobertura pública en la vivienda y en los cuidados, que hoy son mercancía, más que un derecho social básico como se refiere en nuestra Constitución». En ese sentido, destacó que en España hay baja movilidad residencial y que «la preferencia con respecto a la vivienda es la cercanía a la familia», que pesa mucho más «que la cercanía al lugar de trabajo». Esa idea de proximidad, de arraigo residencial tan marcada en la Europa del sur, crece todavía más en barrios desfavorecidos y vulnerables, ya que «hay barrios donde mucha gente casi ni sale y el barrio sólo se vacía cuando la gente fallece».
«En este sistema de arraigo territorial tan fuerte en ciudades como Madrid, donde las proximidades físicas y virtuales se intercalan de manera muy estrecha, se puede ir a una crisis o a una ciudad de los cuidados, eso es lo que está en debate», alertó.
El poder de los Ayuntamientos
El papel de las ciudades también ocupó una parte del debate de esta sexta sesión de «Encuentros 2030». María Ángeles Durán Durán cuestionó, entre otros aspectos el grado de influencia real que tienen los políticos a nivel local. «¿Qué procedimientos puede utilizar una ciudad para conseguir más igualdad? ¿Cómo puede cambiar una estructura económica cuando asistimos a movimientos globales del capital? ¿Cómo se puede promover el aumento de la natalidad, por ejemplo? ¿Qué puede hacer un alcalde con el tema de la inmigración? ¿Los servicios públicos no se desbordarían con una inmigración sin límites? ¿Pueden las ciudades ofrecer algo que no le ofrezca el Estado?», se preguntó.
Durán expuso que, por ejemplo, la inmensa mayoría de las familias españolas no puede pagar los cuidados que requiere una enfermedad larga. «No se sabe quién lo va a pagar, a no ser que sea el «cuidatoriado», término que designa a la nueva clase social que provee de cuidados, «formada por aquellas personas que se llevan la parte peor del contrato social, porque son esencialmente mujeres de edad intermedia o mayor con jornadas dedicadas al cuidado que no aceptaría ningún convenio colectivo. En algunas comunidades autónomas les dan 387 euros sin seguridad social, lo que las condena a la pobreza en unos años», denunció.
«Es un problema ético el de la malísima distribución del cuidado, porque no todo está dentro de las mercancías y hay que poner la ética y la economía del cuidado en primer lugar, incluso en los programas electorales», subrayó la investigadora del CSIC.
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