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CAF- Banco de Desarrollo de América Latina.- La seguridad hídrica, debido a sus múltiples impactos sociales, económicos y ambientales, debería ser un objetivo primordial en las estrategias de desarrollo de los países latinoamericanos. La demanda de agua en la región se está incrementando como consecuencia de: estándares de vida más elevados, crecientes tasas de urbanización, la expansión de actividades productivas como la agricultura y los servicios vinculados al turismo. Lo anterior, combinado con los serios efectos del cambio climático, que ocasionan intensas inundaciones y sequías, hace que el concepto de seguridad hídrica cobre aún mayor relevancia.
CAF -Banco de Desarrollo de América Latina realizó una investigación sobre el tema en la que se abarcaron 26 ciudades intermedias de 17 países de América Latina. El análisis requirió evaluar diversos factores que inciden en la seguridad hídrica, como las fuentes de abastecimiento, la infraestructura troncal, las redes de distribución y los distintos usos del recurso. Las conclusiones del análisis muestran que el grueso de la problemática que amenaza con comprometer la seguridad hídrica se encuentra en la gestión ineficiente de la infraestructura y de las redes en el interior de la mancha urbana.
El índice de agua no contabilizada (ANC) declarado en las ciudades investigadas se encuentra por encima del 40 %, mientras que la seguridad sanitaria en los domicilios es un problema cuya carencia se refleja en indicadores de morbilidad y mortalidad, los cuales en algunas de las ciudades alcanza niveles desproporcionadamente altos. Otros resultados indican que apenas el 46 % de las 26 ciudades tiene la infraestructura necesaria para cubrir la demanda de agua generada por los habitantes. Sin embargo, es la demanda ineficiente del recurso el verdadero asunto a resolver en esta ecuación. Tomando como referencia los cálculos realizados en caso de que existiera una demanda eficiente, estimada en aproximadamente 80 metros cúbicos por persona al año, la cantidad de ciudades que podrían cubrir esa cuota se duplicaría, llegando a representar 9 de cada 10. En las 26 ciudades analizadas, en casos como Barranquilla y Guayaquil, por ejemplo, existen pérdidas que superan el 60% del agua total, mientras que solo Santa Cruz, en Bolivia, cuenta con bajo consumo y pérdida de agua. En líneas generales se observa una gestión ineficiente del recurso en la mayoría de las ciudades, con grandes pérdidas y aún mayores niveles de demanda per cápita, muy por encima de lo que se considera una demanda eficiente.
“Los crecientes niveles de pérdidas y demanda de agua, que tiene como patrón común la ineficiente gestión de la infraestructura y de las redes al interior de las ciudades es el principal obstáculo a la seguridad hídrica, la cual resulta vital para la inclusión, productividad y resiliencia de nuestra región. Por ello, es imperante la necesidad de aumentar la eficiencia y flexibilidad de las redes para optimizar la distribución de los volúmenes entregados a la puerta de la ciudad, mediante la creación de los incentivos regulatorios adecuados para la reducción de pérdidas de agua en las redes”, aseguró José Carrera, vicepresidente de Desarrollo Social de CAF.
Los incentivos que existen actualmente para reducir las pérdidas de agua son claramente insuficientes. La principal consecuencia de esto es que el costo de la ineficiencia operativa se traslada al consumidor vía tarifa. Según el estudio, más de un tercio de estas ciudades (35 %) posee una facturación anual alta, superior a 100 dólares por familia, 46 % se encuentra en la parte media –entre 50 y 100 dólares- y 19 % tiene una facturación anual baja, inferior a 50 dólares. Comparando estas cifras con el ingreso per cápita de las familias, vemos que, en promedio, las tarifas representan aproximadamente un 8 % de ese ingreso, lo cual es relativamente alto si se compara, por ejemplo, con algunas ciudades de Estados Unidos en las que ese costo representa apenas entre el 1 % y 2 %.
Hay un margen muy amplio para mejorar sensiblemente el desempeño de los gestores del agua, desde las agencias que asignan y supervisan la conservación de los recursos hídricos, hasta aquellas que se encargan de la distibución en las ciudades, su uso en la agricultura, hidroenergía, turismo y otras industrias.
Sin embargo, para responder eficazmente a los desafíos de la gestión del agua, las soluciones deberían ser analizadas, aprobadas, monitoreadas y reajustadas desde el más alto nivel del Estado para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
CAF sugiere, en primer lugar, evaluar con mayor criterio la ampliación de infraestructuras de cabecera, especialmente en casos de altos niveles de demanda y pérdida de agua. Al mismo tiempo se debe fortalecer la gestión de la infraestructura troncal –y de la red- con el manejo integrado de los recursos hídricos. Adicionalmente, es necesario el continuo perfeccionamiento de la calibración de los modelos de simulación de la escorrentía bajo diversos escenarios climáticos, lo cual permite realizar proyecciones para una mejor toma de decisiones. En cuanto al diseño e implementación de políticas públicas, se requiere poner un especial énfasis en la prioridad de la gestión del agua subterránea –que para el 40 % de las ciudades es la fuente más importante de agua- y la protección de las áreas de recarga de los acuíferos.
Todas estas sugerencias, así como soluciones, propuestas por CAF, ONG’s, organizaciones multilaterales y representantes de los gobiernos de la región, serán discutidas en el Foro Mundial del Agua, del 18 al 23 de marzo en la ciudad de Brasilia, Brasil.
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