[:es]Madrid, 17 de octubre de 2017 (ANCI).- “Los políticos y la gente en el poder temen que se pueda revelar una verdad que se convierta en eterna en las redes sociales”, ha asegurado la que fuera ministra de Relaciones Exteriores de El Salvador entre 1999 y 2004, María Eugenia Brizuela, en una entrevista con la ANCI en la que habló acerca de la importancia de los gobiernos locales y los movimientos sociales en América Latina y, particularmente, en Centroamérica, para plantear y resolver los problemas de la ciudadanía.
La excanciller salvadoreña, que este lunes dictó en la Casa de América de Madrid una conferencia sobre los flujos migratorios y los movimientos sociales en los últimos 25 años en Iberoamérica, codirigió los trabajos del informe “Construyendo un futuro mejor. Nuevo plan de acción para el Triángulo Norte de Centroamérica”, el cual fue presentado en Estados Unidos el pasado mayo.
“En Centroamérica tenemos lo que llamamos el Triángulo Norte, formado por Honduras, Guatemala y el Salvador. Somos países que hemos pasado por conflictos internos armados muy fuertes -Guatemala y El Salvador sobre todo- y también sociales -principalmente Honduras-. Somos países con democracias débiles (…) que, lastimosamente, al no haber el crecimiento económico necesario para satisfacer las necesidades o las aspiraciones de nuestra gente (…) son endebles, fáciles de caer presa de la dificultad más grande que tenemos en Centroamérica, que es ser el itsmo que conecta a los países productores de droga con el país que la consume. El narcotráfico, el lavado de dinero, los intentos de corrupción por parte del crimen organizado sobre las instituciones judiciales que deben regular el orden y caer en los fallos de corrupción debido a la cantidad enorme de dólares que se mueven a raíz del narcotráfico son los problemas más graves que tenemos”, resume Brizuela.
En ese sentido, señala que el fin de la Guerra Civil en El Salvador, que se desarrolló entre 1980 y 1992 y se cobró la vida de alrededor de 80.000 personas, supuso para el país la llegada de un periodo de apertura con vientos de “esperanza” para el pueblo. “Lastimosamente, creíamos que era una panacea, que iba a resolvernos todo”, apunta Brizuela, que subraya que los primeros pasos de ese nuevo episodio democrático en El Salvador se vio acompañado de las crisis financieras en América Latina. “La democracia lo que nos dio fue la oportunidad de resolver los problemas de la crisis financiera de otra forma, pero tuvo efectos que yo planteo en los flujos migratorios y en los movimientos sociales”, apostilla.
En ese contexto, para Brizuela el papel de los gobiernos locales es “cada vez más importante” porque son los que viven el “día a día” de la ciudadanía y los que conocen “las necesidades y los pesares” de la gente. “Desde la persecución de las maras hasta las oportunidades que requiere una madre soltera que quiere criar a sus hijos. Son espacios que debemos continuar cuidando y acompañando”, subraya.
Pese a ello, Brizuela considera que estos espacios deben ir de la mano de los movimientos sociales y tener en cuenta el poder y la influencia creciente de los mismos sobre los gobiernos centrales y locales. “Cada vez es más importante el involucramiento de la ciudadanía y el acompañamiento de los gobiernos locales de lo que son los movimientos sociales. Estos nuevos movimientos sociales ya no están limitados exclusivamente a lo que eran organizaciones tradicionales, ya sean sindicatos, obreros…, no, estamos hablando de iniciativas que hoy nacen de un individuo en su ordenador en su casa”, asevera.
La excanciller considera que es a través de las plataformas digitales “donde realmente se va a ir cimentando todavía más la democracia en los países latinoamericanos” debido a que la ciudadanía no solo “crea la denuncia” sino que también plantea la “propuesta” para resolver los problemas. Preguntada acerca de si considera que en América Latina se está promocionando la participación ciudadana, Brizuela le da la vuelta y señala que los espacios de participación “se van ganando, no es que nos los vayan a dar”.
“Tenemos que hacer ver a lo que ha sido regularmente la partidocracia, donde puede haber élites ocupando espacios que no quieren perder para no cambiar su modus vivendi, que a veces somos nosotros los que desde la sociedad civil tenemos que empujar con propuestas, con movimientos, con esperanzas… que pueden ser desde un proyecto muy local hasta proyectos nacionales. De esta forma, los partidos políticos se ven en la obligación (de hacer caso). Entonces, es al revés, ya no es que ellos nos den a nosotros el espacio, es que nosotros les marcamos lo que es la agenda política, la problemática que queremos que traten y la forma en la que esperamos que la resuelvan, con decisiones mucho más influyentes, respetando la diversidad y fomentando el desarrollo de la comunidad, que es, a la larga, la que hace vivir una sociedad”, asevera.
Brizuela, que fue la primera mujer que ocupó la cartera de Relaciones Exteriores en El Salvador, estima que la fortaleza de las nuevas formas y herramientas que están adoptando los movimientos sociales es tan grande que “los políticos y la gente en el poder temen que se pueda revelar una verdad que se convierta en eterna en las redes sociales”, algo que les confiere “una fortaleza enorme para ser escuchados”. ANCI[:]
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