El recuerdo de los que ya no están se conjuga con disfraces y trucos que pretenden ser terroríficos. Con esta combinación arranca el mes de noviembre en las ciudades iberoamericanas donde se desarrollaron necrotours, desfiles y rituales por los que ya no están e infinidad de prácticas que oscilan entre el culto al cariño que no perece y el intento de dar un buen susto.
Desde el cementerio a los mercados, buena parte de las ciudades iberoamericanas se han dejado llevar por el espíritu de estas fiestas. Un repaso a lo que vivieron los mercados gaditanos, los cementerios de ciudades como La Paz, Guatemala o San Salvador, los museos de Quito o las calles la Ciudad de México son buena muestra de ello.
Tiempo de recuerdo
Las t’antawawas, figuras de mujer, las recordaron a ellas, a las víctimas de la violencia de género cuyo número está llevando al Concejo de la ciudad de La Paz no solo a recordarlas con estas muñecas en una mesa de Todos Los Santos, también a declarar la alerta roja.
Mesa en homenaje de las víctimas de violencia machista / AMN
Los cementerios de San Salvador recordaron a sus difuntos junto a la música de cuerda y al papel picado que decoró sus calles. Además, en colaboración con al Embajada de México del país se habilitó un altar de muertos. Por su parte, desde la Ciudad de Guatemala destacó la preparación de los cementerios como un espacio donde se pueda celebrar la persistencia de la memoria, donde sea posible que la visita al camposanto sea “revivir la memoria de la muerte”, donde con el almuerzo posterior que tan usual es en la ciudad se proceda a “una alternancia entre la muerte y la vida”.
También es ocasión de recordar, e incluso ironizar, sobre el presente. Bien lo saben los gaditanos y es que en esta ciudad española celebran ‘To Santos’, una festividad propia donde los mercados se decoran con motivo de esta celebración y, con la típica ironía de Cádiz, también realizan una crítica a la actualidad desde los comercios. Quito optó por recordar algo un poco más lejano, al menos temporalmente hablando. Así, la capital ecuatoriana abrió sus sitios arqueológicos para recordar cómo decían adiós a sus seres queridos los pueblos originarios.
Mercado gaditano celebrando To Santos / Ayuntamiento de Cádiz
Este proceso de recordar requiere la puesta en marcha de servicios extraordinarios por parte de los gobiernos locales y es que se debe habilitar y proteger los cementerios. En Asunción se debió recoger casi 5.000 kilos de basura y fortacelecer la seguridad de sus cementerios o Montevideo debió poner en marcha servicios de seguridad y de emergencias durante la apertura de sus necrópolis públicas.
Arte entre lápidas
Una de las tradiciones casi imperantes en las ciudades iberoamericanas es la visita a quienes ya no están. Los cementerios de las capitales se llenan de vida para recordar que el recuerdo no muere. Flores, juguetes, recuerdos y alguna conversación pendiente, en algunos casos acompañada de algo de tomar, llenan durante esos días las lápidas y los panteones. Sin embargo, además del encuentro entre los que partieron y los que recuerdan, entre las criptas hay opciones para el turismo cultural, concretamente, para el necroturismo.
San Salvador o La Paz abrieron las puertas de sus cementerios a turistas de todas las edades, en el caso de la segundo, por ejemplo, se hicieron rutas para los más pequeños, para destacar la faceta museística de las necrópolis. Hay ciudades que tienen claro esta faceta de los cementerios, como La Habana, cuya Necrópolis de Cristobal Colón es un monumento nacional del país.
Cementerio en Montevideo. Autor: Intendencia de Montevideo / Martin Atme
De acuerdo con la Intendencia de Montevideo, ciudad que ha sido elegida sede del XVIII Encuentro Iberoamericano de Cementerios Patrimoniales, en sus cementerios “se guardan tesoros” como los cruceiros, cruces con personas representadas, que dejan testimonio de la influencia de la migración gallega en la ciudad. Es decir, en los cementerios, que se hayan conservado, se puede recorrer la historia de la ciudad, de quienes la vivieron.
Muerte, a la calle
Si la encuentran en Ciudad de México, la muerte se llama Catrina, al menos así bautizó Diego Rivera a la dama huesuda que plasmó el ilustrador José Guadalupe Posada. Es la misma que hoy toma el rostro de cientos de miles de turistas y ciudadanos de la Ciudad de México. Además, la capital mexicana se tuvo a 135.000 ‘muertos’ en bicicleta durante la ‘Noche de los Muertos en Bicicleta’ y la Magna Ofrenda de este día donde 120 trajineras, pequeñas embarcaciones, fueron altares que iluminaban la muerte con luz y la flor de muertos, el cempasúchil.
Trajinera con un ramo de cempasúchil / Comunicación Social CDMX
En la ciudad de Cádiz, lo fantasmagórico se apoderó de uno de sus parques y desde la niña del Exorcista hasta el mismísimo Drácula acudieron gracias a un equipo de 80 profesionales. En Madrid, este espíritu tomó varios parques de atracciones y centros culturales.
De este modo, entre el 31 y el 2 de noviembre las ciudades iberoamericanas han vivido una fusión entre el recuerdo, el cariño por los que no están y la materializadción de los clichés sobre el terror. Las ciudades iberoamericanas han arancado noviembre entre el culto y el susto.