El Mandela iberoamericano

La Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas (UCCI) celebra el día de Nelson Mandela recordando su faceta iberoamericana.
Fue un número, el 46.664, durante su largo cautiverio. Para los suyos era Madiba. Hoy sigue siendo un referente y una fuente de inspiración por su legado que fue más allá de su Sudáfrica natal e impactó e impacta en Iberoamérica y en el resto del mundo. Es Nelson Mandela, el hombre al que muchos definen con el verso de William Ernest Henley: «soy dueño de mi destino y capitán de mi alma».
Como homenaje a lo que durante su camino sembró, desde 2009, el 18 de julio la Organización de Naciones Unidas conmemora su día, recuerda sus logros. Su carisma inspirador, su capacidad de disciplinar y su flexibilidad frente a la compleja realidad de la Sudáfrica que gobernó y la escena gl0bal en la que fue y es, desde la trinchera de la memoria, un actor con nombre propio son algunos de sus rasgos distintivos.
Esa labor, esa esencia, le valió en 1992 el premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional. En ese mismo año asistiría a los Juegos Olímpicos de Barcelona, en ellos, dicen algunos expertos, vio el potencial del deporte con gran claridad, a partir ahí reforzaría su táctica de usar una pelota, de rugby en este caso, como elemento de integración. El equipo contra el racismo.
Durante su gira mundial, poco después de su puesta en libertad, no olvidó Iberoamérica. Visitó México y Brasil, a quienes instó a trabajar por la unidad en la región, a asumir su rol en América Latina; también recaló en Venezuela, donde citó a Bolívar, y en Cuba, a modo de reconocimiento por el apoyo de la Mayor de las Antillas en la lucha contra la desigualdad. No faltarían encuentros venideros entre nombres propios de la región y Nelson Mandela.
Esa relación y admiración se demostró el día de su muerte, el 5 de diciembre, que enlutó a países con controversias históricas como Cuba y Estados Unidos. El paso de Mandela de la humanidad a la historia, como dijo el presidente estadounidense Barack Obama, movilizó a delegaciones inauditas. Brasil acudió en una comitiva de presidentes y expresidentes. Desde países como Trinidad y Tobago; G0bierno, oposición y sociedad civil formaron un grupo luctuoso. Así, incluso sin vida, Mandela impuso su capacidad más reseñada, aunque fuera temporalmente: la de reconciliar.
En este día oficial, Cuba celebra una carrera; Buenos Aires vio aparecer un mural con su rostro o, en esta edición de 2016, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de México rescata la experiencia del número 46.664 e insta a mejorar las condiciones de las cárceles, a evitar que sean una puerta giratoria a la reincidencia.
No solo se le recuerda con un día propio. Cientos de instituciones iberoamericanas han editado obras con su legado, destacándolo, rescatándolo y analizándolo. Otras, como la Universidad Nacional Autónoma de México han instituido una cátedra a su nombre. Los homenajes son cuantiosos, la razón es la misma que la de su día: recordarlo, inspirarse en él, en ese Mandela global, que también tuvo su perfil iberoamericano.
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